TRANSATLANTIC TRADE AND INVESTMENT PARTNERSHIP (TTIP)


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Por Guillermo Núñez Pérez

   El proyecto de Tratado de Comercio e Inversiones entre Estados Unidos y la Unión Europea se conforma para sus opositores como el viejo demonio del imperialismo yankee disfrazado ahora de fantasma de la globalización. Así de simple y claro, como corresponde a toda verdad revelada. Siempre la misma consigna o cantinela con la que tratan de pescar a nuevos militantes para su causa: que son los malos (los americanos), los que tratan de garantizar sus intereses económicos a costa de los buenos (los europeos), que al parecer ocupan una posición pasiva y de plena debilidad frente a la permanente agresión imperialista proveniente de USA.

   Es la anterior imagen la que transmite, como paradigma, un periodista alicantino antiglobalización que se ha trasladado estos pasados días a la isla de La Palma a fin de despertar conciencias y contribuir así con su discurso catastrofista a la idea de que la firma del Tratado pondría en riesgo el cultivo del plátano en La Palma y en el resto de Canarias. En una entrevista con La Palma Ahora, Yelo –así se llama– ha explicado que “el TTIP forma parte de una serie de tratados de libre comercio como el Acuerdo Integral Económico y de Comercio entre la Unión Europea y Canadá  (CETA) y el Acuerdo sobre Comercio de Servicios (TISA), entre la Unión Europea, Estados Unidos y otros 20 países, que asimismo socavan muy gravemente la soberanía de los pueblos en prácticamente todas sus facetas, como la democrática, social, agroalimentaria, energética o medioambiental. El TTIP es un tratado llamado de libre comercio, pero este es un concepto falaz, porque básicamente lo que hará es crear un marco legislativo totalmente sesgado, a favor de las grandes corporaciones a costa de los derechos humanos y el medioambiente”, ha asegurado.

    Puro y duro miedo, esa es la consigna a difundir entre unos agricultores, los cultivadores de plátanos en La Palma y en otras islas del archipiélago, que llevan años y años viviendo de la protección primero del Estado y luego de las instituciones comunitarias, y que defendieron con uñas y dientes sus legítimos intereses económicos, contribuyendo de manera decisiva al cambio de modelo de adhesión de Canarias a la Unión Europea (el llamado Protocolo II) en el año 1989. ¿Qué tiene todo esto que ver con que el TTIP socavará gravemente la soberanía de los pueblos en el terreno democrático, social, agroalimentario, energético o medioambiental? ¿Acaso el propio origen de la actual Comunidad Europea no es la expresión genuina de un Tratado de libre comercio entre los países miembros que ha permitido, entre otras cosas, que la guerra –bélica y comercial– esté ausente en las relaciones entre dichos países?

   Por supuesto que el Gobierno de los Estados Unidos trata de defender los intereses propios, al menos, en idénticos o similares términos a como también lo hace la Unión Europea respecto de los suyos. España siempre ha defendido los intereses de los agricultores canarios en el seno de la Unión Europea, y estoy seguro que lo seguirá haciendo, pero ello no puede ser razón suficiente para que España como miembro de la UE no contribuya a que haya mayor integración económica internacional como garantía de paz y progreso comunes. Contribuir al miedo es contribuir a la irracionalidad, y eso nunca puede ser bueno para nadie, incluidos los agricultores.

Guillermo Núñez Pérez es Catedrático de Derecho Financiero y Tributario y Asesor Fiscal

También en la web Guillermonuñez.com