“MIELDA POR UN TUBO, MI HELMANO”


Por Guillermo Núñez Pérez

  Sí, estrictamente escatológico: mierda, pura mierda, es lo que se vierte al mar en muchos lugares de las costas canarias. Cuando los habitantes de las islas no pasaban del medio millón de almas, pues bueno, la capacidad del Océano Atlántico para digerirla y neutralizarla era admisible, y la solución del tubo transportador con desembocadura al mar sólo podía ser calificada de peccata minuta. La cosa ha cambiado radicalmente cuando la mierda vertida procede de más de dos millones de almas con residencia permanente en las islas y más de doce millones de visitantes al año. Aquí ya empieza la cosa a complicarse en demasía para el Océano y para los que lo contaminamos sin ningún tipo de pudor, prudencia e incumplimiento de las normas jurídicas por las que se supone nos regimos en materia medioambiental, incluidas las normas europeas.

  Y sí, en la zona metropolitana de Tenerife (Santa Cruz, La Laguna y El Rosario) al parecer funciona una depuradora, pero necesita de su actualización para poder hacer frente a la mierda proveniente de la población de la zona. Y qué ocurre, pues que esta actualización se pospone año tras año por la incompetencia de nuestras autoridades, es decir, por la dejadez en la solución de nuestros problemas comunes. Y a mi como ciudadano, “francamente, querida, me importa un bledo” quién sea la Administración responsable (Estado, Comunidad Autónoma, Cabido o Ayuntamientos) en el buen funcionamiento de la depuradora de “aguas residuales”, pero lo que cada día soporto menos es la falta de consecuencias que para esas autoridades tiene el que las mismas se desentiendan olímpicamente de sus obligaciones como representantes de la ciudadanía.

  Lo cierto es, en todo caso, que la mierda, ahora en sentido figurado, se extiende cada vez más a la hora de enfrentarse a la solución de problemas comunes, y de manera periódica comprobamos cómo esos problemas se enquistan y se agrandan y que sólo con la presencia del caos o de situaciones próximas al mismo, los representantes políticos claman por buscar soluciones (generalmente ineficaces e ineficientes). Vamos, una auténtica desvergüenza. Es lo que sucede actualmente con los atascos que a diario se producen en nuestras autopistas y, en particular, con la llamada autopista del norte.

  Cuando por la noches veo algo de televisión, aparte de no soportar el abuso que supone que nuestros gobernantes permitan a las cadenas privadas siete largos minutos de publicidad cada veinte minutos, lo que prevalece, aparte de los laxantes para generar más mierda de forma irresponsable, son los anuncios de coches. El coche ha pasado a ser en los últimos años no ya el codiciado objeto de deseo que fue en los años de penuria económica (década de los sesenta del siglo pasado), sino el objeto de deseo por antonomasia junto con el último modelo de teléfono móvil. Es más, hasta el parado de más larga y angustiosa situación no concibe su vida sin uno y otro objeto, y menos aún, sin su uso diario y de manera profusa.

  Así que por favor, señores políticos, no me vengan con más cuentos y resuelvan de una vez los problemas que genera el sistema de vida capitalista. O al menos, copien las soluciones que otros gobiernos han establecido de manera más responsable y racional para eliminar tanta mierda.

Guillermo Núñez Pérez es Catedrático de Derecho Financiero y Tributario y Asesor Fiscal

También en la web guillermonuñez.com

Un pensamiento en ““MIELDA POR UN TUBO, MI HELMANO”

  1. No podía faltar la alusión de D. Guillermo al malvado capitalismo, culpable, entre otras cosas, de que los seres humanos se multipliquen (ya somos 2 millones en Canarias) o de que tengamos muchos turistas (12 millones), todos defecando y miccionando sin pudor.

    Resulta contradictorio que el autor culpe a los políticos de ineficaces e ineficientes (en eso lleva mucha razón) y que a continuación reclame, como buen intervencionista, que esos mismos causantes de externalidades negativas regulen, bajo coacción, los minutos de publicidad de las TV privadas. Si no soporta los anuncios, D. Guillermo, cambie de canal o apague la mierda de aparato capitalista. Parece no darse cuenta de que los anunciantes pagan los contenidos televisivos que usted disfruta. El libre mercado no le obliga a consumir lo que usted no desea. Pero a un buen socialista eso no le basta, necesita invocar la intervención violenta del Gobierno para que prohiba a los demás, a golpe de Boletín Oficial, eso que a usted no le gusta.

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