ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO


 Por Guillermo Núñez Pérez

  Primero fue Bill Clinton en su campaña electoral de 1992 para acceder a la Presidencia de EEUU quien popularizó la frase “es la economía, estúpido”, compendio de un sentimiento que caló profundamente en el electorado en el sentido de que si bien los éxitos en la política internacional eran gratificantes para la primera potencia del mundo, no debían ser menos los relativos a la preocupación de los políticos por los asuntos domésticos, es decir, por los problemas cotidianos de la ciudadanía. Años después, será B. Obama quien popularice el “yes, we can”, y habrá que reconocer que en términos de resultados, su gobierno ha afrontado con bastante éxito las consecuencias adversas que se derivaron de la crisis financiera que se manifestó con la quiebra de Lehman Brothers en 2008, sobre todo, en materia de creación y mantenimiento del empleo. Baste aquí con señalar que mientras la tasa de paro en EE.UU es en la actualidad del 5,5 %, en España alcanza más del 22 %, y no digamos ya en Canarias, que asciende al 30,8 %.

  Viene lo anterior a cuento de la falta de ideas que de manera permanente manifiestan nuestros políticos en los distintos niveles de gobierno. Si reparamos en ello, no es por otra razón que la honda preocupación que nos produce comprobar cómo los partidos mayoritarios (PP y PSOE) han carecido de  auténtica voluntad en querer cambiar y reformar las cosas que no funcionan o que funcionan mal en nuestra sociedad. Por el contrario, ambos partidos, ya sea desde el Gobierno, ya desde la oposición, han permitido y favorecido en muchos casos la devaluación de las propias instituciones democráticas (empezando por el Tribunal Constitucional y el Parlamento, pasando por el Consejo General del Poder Judicial, continuando por las instituciones educativas, sobre todo, la Universidad, y terminando por la complacencia y pasividad ante las manifestaciones controladoras sobre el poder político que ejercen como derecho propio los poderes económicos y corporativos que aún hoy están tan extendidas y arraigadas en nuestro país), y han propiciado también en términos objetivos el surgimiento de fuerzas políticas como Podemos, que encuentran su razón de ser en el desencanto y el hastío de la ciudadanía ante tanta ineptitud e incapacidad (y también corrupción) de los representantes políticos tradicionales. Sin embargo, no parece que sea este nuevo partido político la panacea para los graves problemas que nos aquejan. Más bien, cabría pensar que su posible triunfo en unas elecciones generales supondría un paso atrás en todos los ámbitos, entre otras razones, porque su principal razón de ser no es reformista, sino claramente revolucionaria y rupturista.

  Se acercan tiempos convulsos o, al menos, de incertidumbre sobre muchos asuntos pendientes. ¿Sabremos superarlos con éxito para la mayoría? Se precisan ideas, incluso ideas revolucionarias, pero encaminadas a reformar un sistema que ha proporcionado a nuestro país más cosas positivas que negativas. ¿Podemos? Yes we can.

Guillermo Núñez Pérez es Catedrático de Derecho Financiero y Tributario y Asesor Fiscal

También en la web guillermonuñez.com

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